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17/09/2024

La oportunidad de cambiarle la vida a un niño

Artículo publicado en Revista Mujeres de Ñuble N°4 (septiembre 2023)

Por María de la Luz Romero

Mejor Niñez está priorizando las familias de acogida por sobre sus residencias para recibir a los lactantes, niños y adolescentes que están siendo vulnerados en sus derechos. ¿Recibirías a uno de ellos de manera transitoria? Conoce el testimonio de Mariza.


“Con Víctor nos conocimos cuando yo tenía 36 y él, 37. Un año después nos fuimos a vivir juntos y nos propusimos tener hijos, porque ya estaba cerca de los 40 y sabía que me podía costar quedar embarazada. Él trabajaba en el norte, iba y venía, y yo me estaba dedicando a la banquetería. Nos casamos, compramos un terreno en San Nicolás y construimos una casita, a la que le hicimos dos piezas para niños, una para hombre y otra para mujer. Sin embargo, el tiempo pasó y no resultó. No pudimos tener hijos”, cuenta Mariza Quezada, quien, a pesar de esa situación, nunca perdió la ilusión de ser madre.

“Pensé en la adopción, pero es tan difícil. Es un proceso lento, muchas veces infructuoso. No quería pasar por eso. Un día en Facebook vi la sigla FAE. Era el Programa Familias de Acogida Especializada. ‘Esta puede ser la alternativa para nosotros’, dije, y me puse a investigar”.

Virginia Alvayay, directora regional del Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia (Mejor Niñez) de Ñuble, señala que, en Chile, más de 4 mil niños y adolescentes, entre 0 y 17 años, se mantienen en residencias, programas ambulatorios y en familias de acogida de este organismo. El dispositivo o programa al cual se asigna es por decisión de un tribunal, tras comprobar que sus derechos han sido gravemente vulnerados.

“Como una medida de cuidado alternativo e intentando evitar que permanezcan en residencias de protección durante el periodo en que se resuelve su situación y se restablece su derecho a vivir en una familia definitiva —ya sea con su núcleo de origen o uno adoptivo— nos estamos enfocando en que puedan quedar al cuidado de una familia de acogida, que les proporcione un espacio contenedor y exclusivo”, explica.

La opción que más se ha ejecutado hasta la fecha —indica— es acudir a su familia extensa; es decir, a abuelos, tíos u otros parentescos, y la segunda, que es la que se está reforzando en estos momentos, es a personas que manifiesten su interés por recibirlos y que pasen por un proceso de evaluación y capacitación para comprobar su idoneidad.

Tanto la Unicef como la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar (Relaf) han instado a los estados de América Latina y el Caribe a poner fin al internamiento de niños, sobre todo de los menores de tres años, en centros residenciales, apoyándose en estudios que reportan los beneficios del acogimiento familiar por sobre la vida en una residencia. Un entorno de afecto, protección y cuidado —afirman— permite un mejor desarrollo emocional y cognitivo, y un mejor desarrollo de su autoestima.

“Hablé con mi marido. Le conté lo de las familias de acogida y me dijo que me apoyaba, que lo hiciéramos. Nos inscribimos y comenzamos un camino muy lindo, que comparo con un embarazo. Desde que se inició, contamos con la compañía de una dupla psicosocial de profesionales con la que compartimos nuestras motivaciones, expectativas y dudas, mientras se nos evaluaba y capacitaba”, relata Mariza.

Efectivamente, Virginia Alvayay explica que las personas que deciden formar parte del Programa Familias de Acogida Especializada son evaluadas, capacitadas y reciben el apoyo permanente de un equipo especializado durante todo el proceso de acogimiento. Un aspecto novedoso es que la ley dispone que parejas que conviven, homoparentales y personas solteras también pueden postular. En principio, solo se exige ser mayor de edad, no tener antecedentes penales y no estar inhabilitado para trabajar con lactantes, niños y adolescentes.

“Lo importante es tener compromiso y motivación para cambiar la vida de un lactante, niño, niña o adolescente y tener la capacidad de brindar cariño y contención”, indica Alvayay.

Llegó el día

“En diciembre de 2022, llevaba siete meses en el proceso. Me llaman de Mejor Niñez y me dicen ‘tenemos una niña, pero necesita salir de la casa en que está ahora, ¿la pueden recibir?’. Llamé a mi marido, que estaba en el norte, muy nerviosa, no sabía qué hacer, y él me dijo que, si yo estaba de acuerdo, él también. Contesté que sí y les pedí a mis papás que se vinieran a mi casa, porque no quería estar sola cuando ella llegara. Se bajó del auto, me abrazó y desde ese momento todo cambió”, recuerda.

Mariza se encontró con una niña cariñosa y alegre, pero que innegablemente tenía rastros de una historia dolorosa. No quería que la bañaran y no se daba fácilmente con su marido. A los pocos días celebraron su cumpleaños número tres. Mariza dejó de trabajar, Víctor comenzó a estar a tiempo completo en Ñuble y, día a día, cuenta que se han dedicado a darle todo el cariño que han podido, preocupándose de que esté bien física y emocionalmente. Nueve meses después, la situación es completamente distinta a cuando llegó. “Me pide que la bañe, es súper regalona de Víctor, va al jardín, lo pasa bien y en la casa está feliz. Si de repente la veo un poco triste y le pregunto si quiere hablar con su mamá y me dice que sí, la llamamos. También hay instancias para que ellas se puedan reunir y me pone muy contenta ver que, cuando terminan esos encuentros y tenemos que volver a la casa, se lo toma bien. Ella dice con mucha naturalidad que tiene dos mamás. Su mamá Paola y su mamá Mariza. Es chica, pero se da cuenta de todo”, manifiesta.

El tiempo que puede estar un niño o adolescente en una familia de acogida depende del tipo acogimiento. Virginia Alvayay explica que, según los lineamientos técnicos, pueden estar máximo 18 meses, pero que depende de cada situación, por lo que este periodo puede extenderse.

Este sistema también contempla familias de acogida de emergencia, que están disponibles en situaciones de extrema urgencia en cualquier día y horario. Por ejemplo, un recién nacido que fue abandonado en un hospital o cuando deben ser separados rápidamente de sus familias. Estas pueden acoger por un máximo de seis meses. En casos excepcionales, también se habla de familias de acogida permanente, que reciben niños y adolescentes mayores, generalmente sobre los 7 años, que no tienen posibilidad de volver con su familia de origen o ir con una familia de adopción.

“Cuando conté que nos queríamos convertir en una familia de acogida, algunas personas cercanas me dijeron que mejor no lo hiciera, porque iba a sufrir mucho cuando tuviera que partir. Y es probable que así sea, pero creo que todo lo que estamos viviendo lo justifica. Ella nos está dando la posibilidad de ser padres, pero lo más importante es ella, que está bien, que tiene una casa, cariño y todo el cuidado y atención que le podemos dar. Las veces que he podido conversar con su mamá, me agradece que la estemos cuidando y yo le digo que no se preocupe, que lo único que le pedimos es que podamos mantener el contacto en el futuro, porque también sentimos que es nuestra hija. Espero que así sea”.

En este tiempo, para Mariza y Víctor ha sido muy importante el apoyo de la dupla psicosocial que los ha acompañado en todo el proceso. Confían que esta también los guiará de la mejor manera en la etapa de transición y posterior a la partida la niña.

“Por ahora, solo me enfoco en el día a día y en disfrutarla”, concluye Mariza, quien también hace un llamado a que más personas se interesen por cambiarle la vida a un niño que lo necesita.

¿Quieres ser familia de acogida?
Postula en www.mejorninez.cl También puedes acercarte a una oficina del Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia (Mejor Niñez), donde podrán resolver todas tus dudas. En Ñuble, está ubicada en Prat 430, Chillán.
En Instagram, puedes seguirlo en @nublemejornin

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