Artículo publicado en Revista Mujeres de Ñuble N°9 (agosto 2024)

Hace unas semanas la Orquesta Sinfónica de Ñuble viajó a Brasil para participar, como la primera orquesta chilena invitada, en la versión n.° 54 del prestigioso Festival de Campos de Jordão, en Sao Paulo, Brasil. Muchos se preguntaron por qué una agrupación tan joven y de región recibió esta importante convocatoria. Y la respuesta no solo tiene que ver con la conexión que se ha producido entre el elenco ñublensino y el país sudamericano, a través de su director artístico Emmanuele Baldini, sino que también se relaciona con el reconocimiento a la riqueza cultural y tradición artística de este territorio, cuna de nombres de talla mundial como Claudio Arrau y Violeta Parra.

El arte vive en Ñuble y es parte importante de su identidad. Es pasado, cuando hablamos de Marta Colvin, Ramón Vinay, Marta Brunet, Arturo Pacheco Altamirano y Virginio Arias, entre otros. Pero también es presente y futuro cuando nos referimos al trabajo de Victorina Gallegos, Evelyn Rozas, Vicente Cifuentes, Carmen Gloria Mella, Fernando Reyes y tantas y tantos más. Ñuble es alfarería, es pintura, es paisaje, es sonido e imagen, es palabra y es música. En esta tierra, eminentemente rural, conviven todas las manifestaciones del arte y sus habitantes heredan esa realidad una y otra vez, haciendo con ella cosas nuevas, cosas grandes. Una escuela artística que por años produce talentos de forma inagotable, organizaciones culturales que en cada comuna resguardan el patrimonio local y promueven actividades creativas, y ahora, la primera orquesta profesional formada por músicas y músicos de Ñuble, que se ha impuesto la misión de democratizar la cultura y llevar la música académica a todos los rincones de la región. Sin duda, un panorama alentador para esta región joven que se construye hacia el futuro sin descuidar uno de sus sellos más importantes, ser depositaria de la belleza y el talento.